Rorouni Kenshin NO es de mi propiedad: ¿Conformes?

Recuerdo: La acción se desarrolla desde unos meses antes de las Saga de Kyoto hasta poco tiempo después de la del Jinchuu, así que si no los leyeron (o no vieron el anime de la Saga de Kyoto), quedan advertidos, lo que sigue contiene muchos adelantos y cosas que suceden en estos.

Lizett, Mae_chan, kamui, sus palabras de aliento son muy apreciadas. Gracias.

 

Estén en sintonía que ya casi termino el cap 15

 

 

888888888888888888888888888888888

 

Habían sido las cuatro peores semanas de su vida, pero las sobrevivió sin más incidentes que algunas escaramuzas verbales, algunos eventuales intentos por parte de la hechicera de ejercer sus artes y un episodio particularmente divertido con Soujirou.

 

Bueno, al menos lo había sido para ella.

 

Aún recordaba la expresión de horror del chico al verse desarmado y con su propia arma al cuello. Él nunca podría explicarse como lo había hecho. Ser Yinniyeh tenía sus ventajas... No había criatura más rápida en toda la creación que los Yinn... No en balde sus congéneres habían traído el trono de la Reina de Saba ante el Rey Salomón antes de que este pudiera pestañear...[i]

 

Pero desde ese “encuentro”, Seta no había vuelto a seguirla, y de hecho, evitaba su presencia todo lo posible, excepto si Shishio estaba cerca, pues entonces el joven se volvía tan  protector de su jefe como ella de Enishi. Sin embargo, ahí estaban, en el muelle, viendo desde su carruaje como por fin sus incómodos y peligrosos invitados se perdían en el horizonte.

 

Por fin podría tomarse un par de días de descanso.

 

Y vaya que los necesitaba...

 

Además de Shishio y la hechicera, los sueños habían continuado plagando sus noches, pero no había vuelto a hablar con el otro Yinn.

 

El significado de estos sueños, la existencia de Shishio y sus planes, y la presencia de Enishi como bestia mística, necesitaban respuestas urgentes. Y sobre todo,  tenía que descubrir como despertar al Tigre, en caso de que una emergencia como Shishio se presentara. En verdad, como las uniones con las Bestias siempre estaban bajo la supervisión de las Venerables, la información de la que disponían las demás Yinniyeh era muy básica. Ahora confrontada con la realidad de estos nuevos peligros, comprendía que debía estar preparada para enfrentarlos adecuadamente. Ella asumió que la Bestia se despertaría por sí misma, ¿pero qué tal si no era así? ¿ Y si Shishio regresaba antes de que Enishi estuviera listo?

 

Los hechiceros eran una fuente de información más accesible, aunque no tenía idea de sí ésta le fuese de alguna utilidad a ella. Lo que para los hechiceros podía funcionar, tal vez no sirviera para los Yinn...

Tenía localizados a  algunos hechiceros y hechiceras en la región adyacente. Les haría una visita en el corto plazo. Y se aseguraría de obtener de ellos toda la información disponible. Por las buenas... o por las malas.

 

En general, los hechiceros colaboraban con los Yinn. No tenía sentido oponérseles. Aún si eran hechiceros excepcionales, prácticamente no tenían chance contra los Yinn. Por otra parte, los hechiceros dependían muchas veces de la buena voluntad o colaboración de los Yinn, por lo que trataban de congraciarse con ellos cada vez que estaba a su alcance, para poder favorecerse con su ayuda en alguna otra oportunidad.

Pero debido a las cosas tan excepcionales que estaban sucediendo, tenía el extraño presentimiento de que en aquella ocasión se presentarían problemas.

 

Sin embargo, si aquello no daba resultado, sabía que en el norte, en Mongolia existían otros Yinn, que si bien podían incluirse dentro del Clan del Este, eran bastante autónomos y tenían sus propias leyes, y jefes. Se decía incluso que no daban la bienvenida a otros Yinn...

Un encuentro con ellos podía ser peligroso.

Por eso, serían su última carta en ese asunto.

 

-         Bien... Al fin solos... - resopló Enishi visiblemente relajado, acomodándose en su  lugar y apoyando los pies en el asiento enfrente de él.

-         Asegúrate que la próxima vez nuestros invitados no permanezcan más de tres días seguidos en la ciudad. Esto me restó dos o tres siglos de vida.- Asiyah apoyó su mano sobre la pierna de él, extendida a su lado

 

Él sonrió, con su media sonrisa típica. Aún no se acostumbraba a ese tipo de comentarios...

 

-         No te preocupes, lo tendré en cuenta.- hizo una pausa -  Antes de salir, recibí noticias... noticias sobre el asesino de Tomoe. El reporte lo ubicaba en una aldea en el camino a Tokio[1]. Posiblemente se esté moviendo hacia allí.

 

No sabía si estar aliviada o preocupada.

Eso significaba que él debería viajar a Japón en los próximos meses, justo a la cueva del demonio.

Pero por otra parte, también significaba el fin de aquella vida, y un nuevo comienzo para los dos.

 

Él iba  amar Isfahan, pensó, mientras los imaginaba a ambos paseando por la amplia plaza entre las Mezquita Jama’a y la de Shah Abbas, recorriendo el  bazar, jugando el deporte nacional persa: la disputa de precios con los vendedores, sumergiéndose en el aire perfumado por las especias...

 

-         No pareces estar muy feliz por la novedad.

-         Irás a Japón, donde Shishio... y no sé si podré acompañarte. Las Islas son territorio prohibido para la gente de los Clanes del Oeste y del Este. Me preocupa tanto...

-         Sé que encontraremos alguna solución a tus temores.- Enishi colocó sus piernas de nuevo sobre el piso del coche, y se echó hacia delante. Sus rostros ahora se hallaban muy cerca.- Pero tú vendrás conmigo. No tomaré un no por respuesta. Nadie te pondrá un dedo encima mientras yo este vivo. Te lo aseguro. Mucho menos Shishio.

-         Ojalá fuese tan simple... Pero ya estoy trabajando para que lo sea.- Asiyah le acarició la mejilla.- Sabes que he prometido ayudarte. Y lo haré hasta el final. Pero si voy contigo, podría perjudicarte en vez de ayudarte. Atraería inevitablemente la atención sobre mí... e indirectamente, sobre ti.

 

<Maravilloso... otra vez haciéndome sentir como un bebé>, él retiró la mano de ella de su rostro, molesto, y volvió a recostarse contra la ventanilla del carruaje, mirando hacia el exterior.

 

-         Dame un poco de crédito... ¡Mierda!... Soy un jefe del Sindicato, ¿recuerdas? Y se supone que yo te proteja a ti, y no a la inversa.- dijo con voz cansada, tratando de disimular el malhumor que se había apoderado de él.- No quiero una mujer débil a mi lado, no lo deseo en lo absoluto. Requiero a alguien que pueda seguirme a donde vaya, y soporte lo mismo que deba soportar yo mismo.  Aspiro a tener una igual a mi lado. Por eso te dí el puesto de Heishin y no te reduje al papel de una mera figura decorativa o una calientacamas. Me halaga que estés pendiente de mi seguridad. Pero el hecho de que estés permanentemente como mi guardaespaldas me crispa los nervios. No quiero un guardaespaldas, quiero una socia, una amante y una compañera.

-         Entiendo que la situación te moleste. No será así por mucho tiempo, te lo prometo.- ella se sentó a su lado, y apoyó su cabeza en su hombro, tratando de suavizar la tensión que había emergido entre ambos- Cuando surja en ti tu naturaleza mágica, las cosas serán exactamente como deseas. Yo solo seré tu auxiliar, y no tu protectora. Pero por ahora...

-         Haz que eso sea pronto.- la cortó tajante e hizo una pausa, la miró de hito en hito y con una voz que parecía casi un gruñido agregó: -Y vendrás conmigo a Japón cuando llegue el tiempo de mi justicia, esté o no esa famosa naturaleza mágica despierta en mí. Fin de la discusión.

 

Decidió que era sabio no seguir lidiando con él. Sólo conseguiría que se obcecara aún más, siendo su terquedad inamovible una de sus peores cualidades.

Además, no tenía sentido provocar una disputa, cuando aún no sabían como ni cuando se produciría el viaje, y mucho menos en que circunstancias los sorprendería la eventualidad.

Aún así, sería prudente dedicarse a encontrar alternativas para cuando el momento se presentara. Porque no podría evitar el viaje a Japón.

Él estaba determinado a que lo siguiera.

 

-         Por otra parte, no espero ni deseo que vengas en carácter de otra cosa que simplemente mi compañera.- él continuó con su tren de pensamientos en voz alta. Después de todo, sentía que hacía varias semanas que estas cuestiones debían ser dichas-  Si quieres ayudarme o participar, está bien, no me opondré, y si decides no hacerlo, lo entenderé y no te juzgaré. Pero estarás allí. Es  el único apoyo o ayuda que realmente deseo de ti.

 

Permanecieron un largo rato en silencio. Finalmente, él hizo un gesto conciliador, dejando reposar una de sus manos en el regazo de Asiyah, sobre una de las de ella, aunque seguía con la vista fija en el exterior.

 

-         Estás helado... - notó ella A pesar de hallarse casi en las postrimerías de la primavera, aún el frío podía azotarlos de vez en cuando

-         Ah... tonterías...

-         No has traído tu saco

-         No he podido encontrarlo

 

Ella sabía que era demasiado obsesivo  y atado a sus hábitos para su propio bien. Si había alguna cosa a la que se hallaba particularmente ligado, una rutina o una cosa material, era muy difícil que la cambiase sin más. Parecía hallar una cierta noción de estabilidad en repetir en casi el mismo orden determinadas actividades o usar ciertas prendas, casi como un ritual.

 

Hacía semanas que debido a la pérdida de su casaca gris favorita, no se protegía adecuadamente del frío, a pesar de los magníficos abrigos de costosos materiales que había encontrado en su armario. El clima de los primeros días de Mayo era inusualmente frío para ser casi el final de la primavera.

Sabía que realmente era capaz de soportar climas extremos con mucho menos de lo que llevaba puesto en aquel momento... ¿pero para qué pasar incomodidades si no era necesario?

 

Sin mediar palabra, se quitó la dupatta, un amplio manto de lanilla azul que había elegido para cumplir con la función habitual pero que además era lo suficientemente cálido para protegerla del frío y comenzó a envolverlo en él.

Enishi iba a protestar furiosamente ante lo que consideró otro enervante gesto sobreprotector, cuando revivió en su memoria una imagen de su niñez: Tomoe protegiéndolo del frío invernal con un fragante chal de seda azul.

 

Tan fragante y azul como el manto de Asiyah, quien lo ponía sobre él con el mismo gesto amoroso de su hermana.

 

Capullos de ciruelo blanco, una, violetas, la otra.

 

Tal vez había sido demasiado duro con ella.

Duro y desagradecido.

 

Había idolatrado a su hermana con fanático fervor porque era la única que se ocupaba de él, la única que lo amaba y le demostraba afecto, la única que se había preocupado por su bienestar.

 

Y Tomoe seguía ocupándose de él.

Por eso Asiyah estaba allí.

Ella se la había enviado para que lo cuidara mientras él cumplía con su voluntad de vengarla.

Sin duda había sido muy desagradecido con el regalo que su hermana había puesto en su camino.

 

En un gesto de inusual ternura, le tomó la mano con la cual ella estaba acomodando el manto sobre él, y la llevó a sus labios, haciendo que ella casi saltara de su asiento ante la inesperada muestra de afecto.

 

Una risa inaudible escapó de sus labios. Nunca terminaría de sorprenderse ante aquel hombre tan complicado...

 

-         Contacté a alguien dentro de la organización de Shishio, más precisamente de su grupo de elite, el Juppongatana. Nos reuniremos en dos semanas con él, en uno de nuestros puestos de relevo.- Enishi la devolvió a la realidad con aquel comentario, tan propio de él.

-         Eso suena interesante. Es una muy buena idea tener un ojo puesto sobre ese demonio.

-         Así lo creí...

-         Ah... Estuve tratando de conseguir una audiencia con Lord Berry...

-         Déjame adivinar... Esta muy ocupado para atenderme...

-         Aha...

-         Como pensé... Tendremos que ir a tomar el té con su encantadora esposa... - Enishi resopló fastidiado- Detesto a los ladrones blancos... se ocultan bajo tantos mantos de hipocresía y falsa cortesía... Nos desprecian por no ser civilizados europeos, y porque nos beneficiamos de la corrupción que ellos mismos nos trajeron. Y sin embargo, no son menos criminales que yo...

 

Asiyah sabía que Enishi en realidad no estaba interesado en el dinero que Heishin le había robado y que ahora el “honorable cónsul” británico había decidido quedarse para sí. Pero no podía permitirse dejar el asunto allí, a menos que quisiera dar una imagen de debilidad. Consentir semejante comportamiento de parte del europeo les podría ocasionar problemas con pe mayúscula, y ocuparse de él de la manera “tradicional” tampoco era viable.

 

Tenía una muy agitado programa para los días por venir...

 

                         

8888888888888888888888888888888888

 

 

Por quinta vez en la semana, Mei Lin le perdía el rastro.

Ella salía cada noche al jardín, después de dormir al amo, y desaparecía en medio de las sombras.

 

Estaba segura de que se encontraba con algún amante, pero quería atraparla con pruebas suficientes, para que el amo Yukishiro le diera realmente su merecido y que su ejemplo sirviera de escarmiento para aquellas que ocuparan su lugar en el futuro. No quería informar aún al amo, porque él se había dejado engañar por esa perra y cada vez que intentaba hablar con él al respecto, solo conseguía que se enojara con ella.

 

Ella era hábil, realmente muy hábil. Hasta ahora nunca había perdido el rastro de nadie, ella era la primera que lograba burlarla.

Pero Mei Lin era paciente. Sabía que era cuestión de tiempo para poder atraparla.

 

Y entonces disfrutaría viéndola sufrir en las manos del amo.

 

 

8888888888888888888888888888888

 

Regresó poco antes del alba.

 

Había sido la noche más productiva hasta el momento, aunque en verdad sólo había conseguido migajas.

En vez de hallar respuestas, se encontraba envuelta en un misterio cada vez mayor.

 

Cada noche había cazado a un hechicero distinto, puesto que ninguno, muy extrañamente, la había recibido con buena predisposición. De hecho, todos la habían atacado.

Algunos habían opuesto fiera resistencia, aún sabiendo que no tenían ninguna oportunidad contra ella.

No era que alguno de ellos  pudiera evitar que finalmente ella los destruyera, le dieran o no la información que necesitaba. Simplemente, después de los enfrentamientos, no podía dejarlos con vida.

 

Pero lo que más la había sacudido eran aquellos que ente su llegada habían preferido tomar su propia vida, sin que ella pudiera evitarlo, antes de que consiguiera poner sus manos en ellos para interrogarlos.

 

Aún así, había reunido suficiente información para sospechar que había algo muy, muy grande gestándose.

 

Y ella, Enishi, y un demonio ( que aunque no tenía suficientes indicios, no podía ser otro que Shishio), estaban en medio de todo.

 

Apenas se deslizó en el lecho, levantó el hechizo sobre Enishi.

No había manera de evitar que la siguiera si no lo sumía en un sueño profundo. Y realmente su presencia hubiera sido más un estorbo que una ayuda.

 

Tenía por lo menos dos horas de sueño para reponerse...

 

 

888888888888888888888888888888888888

 

 

Desde hacía días la notaba inusualmente cansada y ensimismada, sin razón aparente.

 

Shishio había regresado a Japón, los sueños habían desaparecido y no había amenazas a la vista.[ii]

Y no había manera de que estuviera al tanto de los preparativos para su viaje a Japón.

Para cuando tuviera una ubicación cierta y estable de Battousai, estaría listo para partir, y con todos los engranajes en marcha para completar su justicia. Y no le daría a ella la oportunidad para encontrar excusas que postergasen la partida.

 

Aquella mañana había tenido muchas dificultades para despertarla.

 

Tal vez debería prestar más atención a Mei Lin...

 

Tenía la plena certeza de que Asiyah no estaba engañándolo como sospechaba la anciana.

Se trataba de otra cosa, y creía tener una idea más o menos clara de que era.

Por supuesto, no iba a explicarle a la vieja mujer los extraños pormenores que venían rodeándolo ni la excepcional naturaleza de su pareja.

No solo no era de su incumbencia, sino que hasta podía ser inconveniente.

 

Sin embargo, debía considerar la posibilidad de que Asiyah realmente dejara la casa por las noches, sumiéndolo en alguna especie de hechizo para que no lo notara.

No le cabía dudas de que ella era capaz por sí misma de meterse en graves problemas si él no estaba cerca, ya que ella parecía tener un imán para atraer situaciones extrañas y peligrosas, así que el asunto requería de su puntual atención.

 

-         Ah... Enishi, ¿qué es lo que te tiene tan distraído? Hace minutos que hablo y no pareces estar aquí... 

 

Habían recibido una invitación a almorzar de parte de Xian Zedong, su amigo y mentor, jefe del trafico de opio en Shanghai y posiblemente gran parte de China.

Por supuesto, detrás de la visita social, había negocios.

 

Xian tenía una “situación” en la frontera entre Mongolia y Rusia, una situación que necesitaba una solución “permanente”, pero discreta, y sin que él se viese directamente involucrado.

Enishi era justo el hombre que necesitaba.

Era confiable, efectivo, reservado... y le debía muchos favores como para negarse.

Además, poseía la ventaja de que resolvía asuntos de esa naturaleza en persona, lo que evitaba los descuidos en que generalmente caían los subordinados, descuidos que llevaban al desastre generalmente. Su obsesión por el cuidado de los detalles y la perfección con que planificaba cada acción, habían hecho del joven japonés un jefe a muy temprana edad. Sin duda, Yukishiro Enishi era la elección adecuada para solucionar sus dificultades en Mongolia.

 

-         Discúlpame. Dame los pormenores. La semana que viene, saldré hacia Mongolia.

-         ¿Tu mujer te da problemas?- Xian siguió la mirada de Enishi, fija en Asiyah que parecía tan ausente de la conversación con su joven esposa como su amigo de la que ambos estaban sosteniendo

 

< No tienes ni idea, viejo... >, pensó para sí Enishi, pero contestó

 

-         No. Solo está demasiado cansada últimamente.

-         Tener el látigo a la vista siempre las hace reflexionar cuando se tornan rebeldes o desobedientes.

 

A pesar de las buenas intenciones del otro jefe, la mera idea de conseguir respeto u obediencia de las compañeras a golpes, siendo ellas el único refugio a tanta locura y sangre que los rodeaba, simplemente le producía repugnancia.

Algo en sus vidas debía permanecer puro, intocado por la crueldad en la que se refocilaban.

 

Se sorprendió ante el pensamiento que acababa de tener. Estas ideas nunca antes se presentaron en su cabeza.

Bueno, se dijo, nunca antes había tenido una pareja permanente en la cual recogerse... Tal vez ese era el precio por ligarse tan íntimamente con alguien.

En definitiva aquella era la primera vez que se hallaba en semejante situación...

Por supuesto, no se trataba  de que pudiera estar enamorado...

Pero Asiyah era, para él alguien... importante.

Tal vez estaba envejeciendo y se estaba poniendo demasiado sentimental y blando para su propio bien.

Pero, se dijo, de cualquier manera no habría látigos en su casa para su mujer... aún considerando la inexistente posibilidad de que algún día estuviera en la posición de poder ejercer superioridad sobre la poderosa Yinniyeh...

 

< Ah, viejo... Si tuvieras idea de lo que esta sentado en medio de tu sala, posiblemente preferirías tragarte tu propia lengua antes de volver a sugerir semejante cosa... >, la imagen de los furiosos ojos dorados de ella que se formó en su mente le arrancó una sonrisa.

 

Claro que algunos sostenían que un látigo también podía ser usado por una pareja de maneras más... creativas.

Deberían probar alguna vez... Aunque dudaba que ella estuviese interesada en tales experiencias.

 

<En fin, creo que hay cosas que es mejor que queden en el terreno de las meras fantasías... Aunque unas cuerdas no estarían mal... Y seguramente ella no se opondría a eso... >

 

-         ¿Has oído lo de las muertes extrañas?

-         ¿Mmmm?

-         Las muertes extrañas... La de los adivinos, magos y brujos...

 

Como si hubiese sido tocado por un rayo, su cuerpo se tensó y centró toda su atención en las palabras de Xian.

 

-         Nadie sabe quien lo hizo... ni porqué. No hay ni siquiera un rumor, una pista o alguien que haya visto algo que ayude a descifrar esto. Nadie vio al asesino entrar o salir en ningún caso. Y aún si existiesen testigos, te aseguro que lo que se ha encontrado en las escenas de los asesinatos es tan terrible, que nadie se atrevería a hablar. Ni siquiera con los nuestros. La gente esta aterrorizada. Algunos de mis hombres que han visto lo que quedó de los pobres bastardos todavía padecen pesadillas. Algunos, que habían sido vistos en las calles pocas horas antes de sus muertes, aparecieron como comidos por alguna clase de animal o insecto... Realmente algo que eriza los cabellos. No hay pistas... Nadie ve al atacante entrar... o salir... – Enishi empezaba a tener una idea de dónde pasaba las noches Asiyah... y haciendo qué.-La policía piensa que se trata de algún maniático religioso, llevando a cabo algún ritual. Las víctimas fueron sistemáticamente torturadas más allá de lo imaginable.

 

Enishi sorbió lentamente su té, mirando fijamente a su pareja, que parecía mortalmente aburrida, con la conversación de la esposa de Xian. Parecía tan inocentemente indefensa... tan engañosamente desprotegida...

 

Decidió que, después de lo que acababa de oír, definitivamente Asiyah, las cuerdas y los látigos hacían una pésima combinación...

 

-         Es malo para los negocios. La gente tiene miedo. Por ahora, solo han sido magos, adivinos o brujos, pero todos temen que vaya luego tras otros. Como los crímenes se producen de noche, las visitas a los fumaderos y los burdeles han disminuido a sólo un veinte por ciento en ese horario. Es necesario encontrar y hacerse cargo de ese demente.- continuó Xian

-         Veré que averiguo. Si puedo ocuparme de esto, lo haré.

-         Oh, no, no. No hace falta, Enishi. Yu y los suyos se han comprometido a resolverlo.

-         Insisto. – la voz del japonés no dejaba lugar a más discusión.

 

Xian miró a Enishi, mientras éste tomaba el ultimo trago de su té. Algo le decía que el joven asesino sabía más sobre el caso de lo que decía.

 

88888888888888888888888888888888888

 

La noche había caído  para cuando regresaron a la mansión.

Después de los negocios con Xian, habían aprovechado la estadía en la ciudad y concluyeron la demorada visita a los Berry.

 

Asiyah nunca se sintió tan humillada en toda su vida como aquella tarde.

 

La dama inglesa la había llamado abiertamente “una cortesana” delante de sus amistades europeas, tratándola  casi como a una sierva de baja catadura recogida de las calles, que se había convertido en ramera de un asesino.

 

En realidad, si bien los hechos, objetivamente hablando, no distaban mucho de la realidad en algunos aspectos, el hecho que más la enfurecía era que todas aquellas copetudas damas eran esposas de ladrones, asesinos, corruptores de menores, traficantes de mujeres, muchachitos, drogas, armas e influencias, y paseaban toda su digna estampa en finos coches, vestidos y alhajas obtenidos por sus maridos cometiendo actividades tan deleznables como las de Enishi. Pero claro, la diferencia estribaba en que ellas eran esposas de nobles barones y comerciantes europeos... Y Enishi era un exiliado japonés, que no tenía empacho en admitir su posición en el bajo mundo.

 

No soportaba ser juzgada por personas que tenían menos de que enorgullecerse que ella misma.

 

No sabía cuanto había escuchado Enishi, pero lo cierto es que la visita concluyó con suma rapidez, para su alivio.

Unos pocos minutos más, y posiblemente hubiese cometido una seria imprudencia... Sus pupilas tardaron mucho tiempo en volver a su habitual tono esmeralda una vez que se instaló en el carruaje, durante el regreso a casa. Por fortuna, Enishi pareció no notarlo, ya que ella fingió dormitar todo el tiempo, para evitar cruzar miradas con él.

 

Según Enishi, todo se había resuelto satisfactoriamente. La franca expresión de pánico que Lord Berry lució durante el intercambio no le dejaba dudas acerca de que seguramente así había sido. El británico no se arriesgaría a perderlo todo por su imprudente indiscreción. Sin duda, en pocos días tendrían de vuelta lo que Heishin había robado.

 

-         Enishi...

-         ¿Mmmm?

-         No quisiera dejarte cenar a solas, pero realmente estoy muy, muy cansada. Y no tengo hambre. ¿ Me disculparías si me voy a la cama ahora?

-         Tal vez no deberías salir esta noche si estás tan cansada...

 

El comentario la tomó totalmente desprevenida. A pesar de sus precauciones, él sabía. Seguramente alguien la vio salir durante las últimas noches.

Y tenía una idea aproximada de quien podía ser ese alguien.

Mei Lin...

 

-         No sé porque debería sorprenderme...  Sabía que tarde o temprano lo averiguarías.

-         He oído cosas muy... perturbadoras. Quiero saber que tan ciertas son.- él clavó sus  ojos en ella, inquisidoramente.

-         No. No quieres.- desvió la mirada

 

Sabía que nadie la había visto. Pero sí habían quedado los despojos...  Así que después de todo Mei Lin no era la delatora... Seguramente Xian le habría contado acerca de los hallazgos. Pero no había forma de que, excepto por Enishi, alguien los relacionase con ella. De todas maneras, no deseaba darle a Enishi los pormenores de sus investigaciones, ni a los extremos a los que había llegado durante las mismas.

 

-         Asumo entonces que las cosas que he oído son completamente ciertas.

 

Un escalofrío recorrió la espina de Enishi al recordar los comentarios de Xian sobre cuerpos devorados por insectos en horas solamente. Realmente, prefería no conocer los detalles de cómo ella había hecho aquello.

 

-         Enishi, tú no eres un ángel. Usas métodos que poco difieren de los míos en los resultados finales. No estas en posición de juzgarme.- utilizó aquel argumento como excusa para evitar que él siguiese con el interrogatorio.

-         Y no lo hago. Aún así, esto debe parar.

-         ¿Qué cosa?- había incredulidad en la voz de Asiyah

-         No puedes seguir actuando de esta manera. Estas creando pánico en la gente y los jefes están disconformes porque se perjudican. No necesito saber que haces ni por qué, aunque lo imagino. Sé que estás tratando de cumplir lo que te pedí. Pero  hay maneras más... adecuadas de conseguir lo mismo. No es igual hacer desaparecer discretamente a una persona que regar sus pedazos por la ciudad.

-         ¡Yo no he...! Bueno, solo un poco... - < ¡Porque mejor no muerdes tu lengua, tonta Asiyah!>- se dijo a sí misma al reparar en el desliz involuntario que había cometido con sus palabras

-         No es necesario poner nerviosa a la gente. Tú señálame a quienes quieres interrogar, y yo los traeré para ti. Te daré acceso a un sitio donde nadie te molestará, y luego, de ser necesario, te ayudaré a librarte de toda posible evidencia. Pero tus escapadas nocturnas se terminan aquí, esta noche.

-         Verás... la situación no es... sencilla... Podrías perder a la gente que mandases. Mi intención desde el principio fue la de pedir la colaboración de los hechiceros. Pero inexplicablemente, no solo se negaron, sino que me atacaron. Por lo que ví, no están dispuestos a ayudarnos voluntariamente... o ser interrogados no tan voluntariamente. Si tus hombres van, podría ser una carnicería, pero no para los hechiceros...

-         Aún así, se hará a mi manera. Prefiero correr el riesgo. Y quiero que me des tu palabra de que no saldrás de cacería nocturna nuevamente... ni que me pondrás un hechizo otra vez, para que no me dé cuenta de tus escapadas.

-         Haremos un intento. Si fallas, seguiré con mi método. Aún si te opones.- ella hizo una mueca de disgusto. Él la tenía completamente atrapada.

-         Tenemos un trato.

 



[1] En realidad esta recibiendo noticias atrasadas, porque como vimos, Kenshin esta a punto de enfrentar a Saitoh, marcando el comienzo de la Saga de Kyoto y su partida del Dojo Kamiya, tras varios meses de residencia allí.



[i] Incidente narrado en el Sagrado Corán Sura 27 (Las Hormigas)  (ver especialmente versículo (aleya) 39 del siguiente texto):

36. Cuando llegó a Salomón. dijo: «¿Queréis colmarme de hacienda? Lo que Dios me ha dado vale más que lo que él os ha dado. No, sino que sois vosotros quienes están contentos con vuestros regalos.

37. ¡Regresa a los tuyos! Hemos de marchar contra ellos con tropas a las que no podrán contener y hemos de expulsarles de su ciudad, abatidos y humillados».

38. Dijo él: «¡Dignatarios! ¿Quién de vosotros me traerá su trono antes de que vengan a mí sumisos?»

39. Uno de los genios, un ifrit, dijo: «Yo te lo traeré antes de que hayas tenido tiempo de levantarte de tu asiento. Soy capaz de hacerlo, digno de confianza».

40. El que tenía ciencia de la Escritura dijo: «Yo te lo traeré en un abrir y cerrar de ojos». Cuando lo vio puesto junto a sí, dijo: «éste es un favor de mi Señor para probarme si soy o no agradecido. Quien es agradecido, lo es en realidad, en provecho propio. Y quien es desagradecido... Mi Señor Se basta a Sí mismo, es generoso».

 

 

 

 

[ii] Debido a que duerme bajo un hechizo de Asiyah y ella pasa casi la totalidad de las noches cazando hechiceros, Enishi cree ue ella dejó de tener los sueños, pero solo se trata de su percepción. Como vemos en el comentario de Asiyah, en los ratos que duerme, sigue teniendo esos sueños.